¿Qué es un perro de terapia?

Para obtener un perro de terapia hay que encontrar al individuo que cumpla con unos requisitos -morfológicos y de carácter- muy rigurosos. Y, a continuación, educarlo y adiestrarlo específicamente para este trabajo.

«Los perros son nuestro vínculo con el paraíso. No saben que es el mal, ni los celos, ni el disgusto. Sentarse con un perro en la ladera de una montaña en una tarde gloriosa es volver al Edén, donde no hacer nada no era aburrido: era la paz.»

Milan Kundera, La insostenible ligeresa del ser.

¿Qué es un perro de terapia?

Un perro de terapia es aquel específicamente seleccionado, educado y adiestrado para integrarse dentro de programas terapéuticos o educativos, al servicio del profesional, a fin de facilitar la consecución de los objetivos establecidos y aportar un cambio significativo en la vida de las personas.

No vale cualquier perro, no basta con que sea muy cariñoso y bueno, y que se deje hacer de todo. Para obtener un perro de terapia hay que encontrar al individuo que cumpla con unos requisitos -morfológicos y de carácter- muy rigurosos. Y, a continuación, educarlo y adiestrarlo específicamente para este trabajo.

Debemos hacerlo así porque trabajamos con personas vulnerables y no hay margen de error posible. El perro debe ser fiable al 100%.

Porque son animales sociales, les gusta cooperar con los humanos. Buscan el contacto con las personas e interactúan espontáneamente y voluntariamente.

Establecen vínculos fuertes con sus guías. Les encanta trabajar, quieren sentirse útiles. Están muy adaptados a los entornos humanos, a sus rutinas y protocolos.

Se acomodan a cualquier entorno y situación, podemos llevarlos sin problemas a todas partes. Por lo tanto, no les cuesta nada integrarse en programas de intervención para ayudar a las personas.

Los perros de terapia saben cuando tienen que acercarse a las personas y como hacerlo. Tienen reacciones espontáneas que, cuando el técnico las sabe aprovechar, benefician mucho al proceso terapéutico.

Un perro de terapia debe estar sano y limpio, con los controles sanitarios al día. Debe tener una educación excelente, una muy buena obediencia básica. Debe haber obtenido un reconocimiento oficial como animal de terapia y debe tener un seguro de responsabilidad civil. Hay que tener en cuenta que el trabajo de un perro de terapia es duro, porque puede estar sometido a ambientes estresantes, y los usuarios a veces pueden tener reacciones imprevistas. El perro de terapia debe sentirse cómodo y tranquilo en cualquier circunstancia, y ha de querer colaborar y trabajar en todo momento. Deben ser muy sensibles para saber como deben comportarse con cada persona, y también dejarse guiar por el técnico.