
Es imprescindible que formen parte de nuestro núcleo familiar.
No sólo para darles la calidad de vida que necesitan y se merecen, sino porque esta es la única manera de forjar un estrecho vínculo de confianza entre el equipo.
El vínculo que existe entre el técnico y el perro de terapia garantiza la fiabilidad y seguridad del animal en el desarrollo de su tarea terapéutica.